Hay semanas que parecen sosas, apáticas y grises como el invierno castellano.
El lunes el frío acucia más de lo que mi cuerpo tolera, estornudo y mi nariz, el mejor medidor de mi temperatura corporal, a la inversa de los Cº, es un témpano. Frenadol, doble calcetín bajo las botas, una manta extra sobre el edredón y resignación cristiana ante el panorama de que hasta marzo las tarde serán extremadamente cortas.
Y de repente, se convierte en la semana con más reencuentros y casualidades de mi vida:
Diez ex compañeras del colegio, convertidas en mamás, de las que hace 15 años no tenía noticias se añaden a un grupo de FBK creado para la ocasión.
Y un amigo missing de mi vida por amor -y celos de su novia, de mí, santa defensora de la fidelidad- hace más de un año, propone cita por medio de sms.
En breve, los reencuentros en persona, sin cristal ni filtros tecnológicos de por medio.
1 comentario:
La foto es de Irving Penn.
Por si a alguien le gusta y la busca.
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