viernes, 5 de septiembre de 2008

Del borsalino a las botas caídas

Yo quería un borsalino, y justo cuando aprendí cómo se llamaban esos pequeños y coquetos sombreros, aparecieron como setas en las tiendas de todo a cien y en los puestos de ferias. Y ante tanta saciedad, desistí de mi idea.

Los sombreros siempre me han llamado poderosamente la atención, y recuerdo que a los 12 o 13 -en ese momento en que deseas ser mayor para vestir de mayor y tu madre se vuelve loca tratando de encontrar ropa adecuada a tu tamaño y ‘su’ estilo-*, empecé a desear uno.

Pero mi progenitora, que pasó por la misma fase en su momento, siempre apostillaba que se trataba de una moda que reaparecía en mi ciudad cada Navidad, y que una vez que se acabaran las fiestas y las “chicas de Madrid se fueran”, me sentiría ridícula llevando sombrero y no me lo pondría nunca. -Obviamente, me imaginaba que en Madrid todas las veinteañeras chic llevaban sombrero en invierno-.
También me planteé la opción de pedir uno por Reyes, y guardarlo para el año siguiente, pero claro, Reyes estaba demasiado cerca del final de las vacaciones, es decir, del fin de la temporada sombreril, y las modas en cuanto a formatos y colores, podrían cambiar…
Incluso llegué a probarme varios, pero no acabé de decidirme...

Me resarcí de mi capricho post-adolescente pocos veranos más tarde, cuando empecé a usar sombreros de paja, estilo panamá principalmente, en la playa y en el campo. Unos de paja, otros de algodón con cinta negra... Los he guardado durante años, y han sobrevivido a varias mudanzas, menos a la última. Y además, este año me ha dado por las pamelas. Cosas de la edad.

Y si el borsalino ha sido el complemento del verano en todo el mundo (no hay famoso que no haya salido retratado con uno), el del invierno prometen ser las botas de 'caña arrugada' (seguro q hay un nombre más glamuroso, pero para entendernos:son más bajas que las habituales, y con un efecto 'caído', como llevábamos los calcetines del uniforme en los 80 para parecer menos niñas buenas)
Las botas en cuestión hicieron su presencia, discretamente, la temporada pasada; recuerdo que una amiga estuvo a punto de pagar un auténtico dineral por unas italianas, pero no quedaba número.

En esta primera semana del mes de septiembre, 'las chicas de Madrid' que apostaron por la pieza estrella con un año de antelación parecen ansiosas por mostrar que ellas se adelantaron a las tendencias, y las lucen, pese a las temperaturas veraniegas, con vestidos y eso sí, sin medias. Ayer, callejeando entre Alonso Martínez y Chueca, me crucé con varias –no todas en versión bota de caña caída, todo hay que decirlo- y hoy, en Chamberí, con otra. Me gusta ese look, pero de momento, prefiero que mis pies sigan libres en sandalias de tiras, que bastante largo es el invierno. Todo se andará.


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*Hoy eso ya no pasa, pero en mi época el fenómeno Inditex estaba despuntando, y no se había democratizado la moda de esa manera: pasábamos de las faldas con camisita a juego a los Levi`s 501.

** Mañana le pongo foto