viernes, 4 de diciembre de 2009

Semana de reencuentros y retornos al pasado


Hay semanas que parecen sosas, apáticas y grises como el invierno castellano.


El lunes el frío acucia más de lo que mi cuerpo tolera, estornudo y mi nariz, el mejor medidor de mi temperatura corporal, a la inversa de los Cº, es un témpano. Frenadol, doble calcetín bajo las botas, una manta extra sobre el edredón y resignación cristiana ante el panorama de que hasta marzo las tarde serán extremadamente cortas.

Y de repente, se convierte en la semana con más reencuentros y casualidades de mi vida:
Diez ex compañeras del colegio, convertidas en mamás, de las que hace 15 años no tenía noticias se añaden a un grupo de FBK creado para la ocasión.
Y un amigo missing de mi vida por amor -y celos de su novia, de mí, santa defensora de la fidelidad- hace más de un año, propone cita por medio de sms.

En breve, los reencuentros en persona, sin cristal ni filtros tecnológicos de por medio.



domingo, 29 de noviembre de 2009

Perder galones, ganar medallas


Tengo un primo de 26 años -no le pilló la LOGSE- con el quedo muy de cuando en cuando y siempre me sorprende.

Es un tipo noble, con valores a la antigua usanza.
Durante la carrera y sus primeros años de trabajo fue voluntario en varias causas, implicandose a tope en todas.

Retomamos el contacto como adultos tras coincidir en el área de oncología juvenil de un hospital donde yo iba a visitar a una joven amiga que, cuando estaba de bajón, casualidades del destino, con el único voluntario que quería hablar era con mi primo. Ahora prepara oposiciones y si no las saca en la siguiente convocatoria, piensa irse un año al extranjero a participar en algún proyecto humanitario.

Es guapo, alto, buen conversador y líder de sus diferentes pandillas.
Un viernes por la tarde su teléfono arde con sms y llamadas de planes a los que no atiende porque el sábado estudia.

No tiene novia; las ha tenido, pero sus relaciones han terminado porque le agobia estar pendiente de alguien -no tengo muy claro si es un espíritu libre o si es carne del síndrome de Simón. Es firme defensor de la fidelidad hasta puntos en los que apenas entra el tonteo -sin pecar de moro-, y comparte conmigo la incomprensión de planteamientos como que alguien comience una relación mientras olvida, o espera, a otra persona.

Cede el paso y los mejores sitios a las féminas, y me acompaña a casa aunque no le pille de camino.

Y, ahora viene el 'pero', que tanta perfección aburre. Los sábados la noche es suya. Y las copas y las risas con los amigos, lo único que importa. Y con ellos se plantea apuestas propias de veinteañeros sin cerebro.

La última, superar el record de su mejor amigo de liarse con 9 chicas en 9 fines de semana seguidos. La ha superado: con 10 en 9 sábados -una noche repitió.

Y todavía le saca brillo a la medalla.

La 'penitencia': que una de ellas, treintañera, se ha colgado de él y le ha propuesto ir al cine a la sesión de 11 del sábado. Porque les da su número de teléfono, el de vedad, a la mañana siguiente.

O cuando las deja en casa, que los garajes siguen dando mucho juego.