domingo, 29 de noviembre de 2009

Perder galones, ganar medallas


Tengo un primo de 26 años -no le pilló la LOGSE- con el quedo muy de cuando en cuando y siempre me sorprende.

Es un tipo noble, con valores a la antigua usanza.
Durante la carrera y sus primeros años de trabajo fue voluntario en varias causas, implicandose a tope en todas.

Retomamos el contacto como adultos tras coincidir en el área de oncología juvenil de un hospital donde yo iba a visitar a una joven amiga que, cuando estaba de bajón, casualidades del destino, con el único voluntario que quería hablar era con mi primo. Ahora prepara oposiciones y si no las saca en la siguiente convocatoria, piensa irse un año al extranjero a participar en algún proyecto humanitario.

Es guapo, alto, buen conversador y líder de sus diferentes pandillas.
Un viernes por la tarde su teléfono arde con sms y llamadas de planes a los que no atiende porque el sábado estudia.

No tiene novia; las ha tenido, pero sus relaciones han terminado porque le agobia estar pendiente de alguien -no tengo muy claro si es un espíritu libre o si es carne del síndrome de Simón. Es firme defensor de la fidelidad hasta puntos en los que apenas entra el tonteo -sin pecar de moro-, y comparte conmigo la incomprensión de planteamientos como que alguien comience una relación mientras olvida, o espera, a otra persona.

Cede el paso y los mejores sitios a las féminas, y me acompaña a casa aunque no le pille de camino.

Y, ahora viene el 'pero', que tanta perfección aburre. Los sábados la noche es suya. Y las copas y las risas con los amigos, lo único que importa. Y con ellos se plantea apuestas propias de veinteañeros sin cerebro.

La última, superar el record de su mejor amigo de liarse con 9 chicas en 9 fines de semana seguidos. La ha superado: con 10 en 9 sábados -una noche repitió.

Y todavía le saca brillo a la medalla.

La 'penitencia': que una de ellas, treintañera, se ha colgado de él y le ha propuesto ir al cine a la sesión de 11 del sábado. Porque les da su número de teléfono, el de vedad, a la mañana siguiente.

O cuando las deja en casa, que los garajes siguen dando mucho juego.

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