martes, 8 de julio de 2008

Luces de neón




Too fast, too drunk, too talkative…
¿Dónde están las reglas, las pautas, los códigos?
¿Se leen, se transmiten en el adn, se aprenden a base de leches? ¿tal vez a base de cafés de las cinco de la tarde comentando la jugada, planeándola, con amigas que parecen llevar un saco de consejos en el bolso…?

El año pasado por estas fechas, en una fiesta del verano –camareros con pajarita, música tranquila en el jardín y disco en la bodega…–una rubia exuberante se acopló a mi lado durante la mitad de la noche, mientras se dedicaba a detallarme el éxito de las fiestas que se dedicaba a organizar. “Dame tu email y te avisaré de todas. Va el ‘Todo Madrid’, te encantarán”.

Cuando desapareció, unas amigas europeas exclamaron al unísono, bueno, una en inglés y otra en castellano con toque francés: “¿qué hacías hablando con Samantha?”.
Se referían a Samantha Jones , por supuesto, y nos embarcamos en una conversación sobre los perfiles de las chicas de la serie.
Ellas tenían muy claro que eran Charlotte, lo cual me sorprendió, porque nunca pensé que el efecto empatía de Sarah Jessica Parker,
Carrie, no funcionara para todas las féminas del mundo por igual.
¿Acaso Charlotte no es una falsa mojigata insegura con la red cazamariposas (=hombres) decorada con lazos de Chanel?


He conocido después a más chicas que se sienten orgullosas de que en el test de Facebook sobre los personajes de las series les haya salido la ‘niña bien’.
Pero a muchas más ‘sabedoras’ de ser Carrie antes de pulsar el enter final.
Aunque sin intención de romper ilusiones, en el test sobre si era
Rachel o Monica, mi resultado fue... Ross!!!!; y en el de OC , nada menos que Seth Cohen, aunque esto resultaba obvio al responder positivo a la pregunta de si leía cómic .


Happy couple: el 'estado'
Durante una temporada traté de mirarme en el espejo de las (irreales) chicas de la serie de Manhattan.
¿Ser soltera es ‘eso’? Y no me refiero, sólo, a comprar zapatos , ni a tener ralladuras sobre si subir al chico a casa en la primera o en la cuarta cita, o a beber más de la cuenta y acabar en casa con un desconocido, o medio conocido.

Sinceramente, todo eso me parecía una estrategia para matar el tiempo hasta encontrar marido, porque todas excepto Samantha, que acabó claudicando igualmente, aspiraban al estado de gracia de la 'happy couple'.
Y cuando una de las miembros (sin comentarios sobre el falso femenino del término, please), osaba a abandonar momentáneamente la manada y repetir eso de saltarse el desayuno de chicas de los sábados, morro asegurado de alguna de las ‘amigas’.
¿Acaso esperaban sincronizar los relojes y encontrar pareja al tiempo para no estar nunca solas?
Al menos en Cómo casarse con un millonario, maravilloso Hollywood de los 50, no se empeñaban en disimularlo: dos horas dedicadas al asunto; Lauren Bacall con sombrilla y enaguas; Marilyn, demostrando su vis cómica encarnando a una miope (ella misma lo era), y Betty Grable abriéndose camino a brazadas para no quedar oculta entre dos divas. Grandiosa historia.




Como la vida misma
Tengo cuatro amigas que nunca han visto Sex and the city, aunque les he pasado algún episodio. Nos reunimos muy de cuando en cuando, coordinar fechas es tarea complicada, y nuestras conversaciones se suelen alargar hasta bien entrada la noche poniéndonos al día de los detalles de los meses sin vernos.

En nuestro último encuentro, haces unas semanas, por primera vez en tres años todas estábamos sin pareja, y lo más curioso, de lo más felices por nuestra situación.

Por primera vez, también, respetamos el turno de palabra, nos escuchamos todas a todas, y de manera improvisada, poco a poco, porque no solemos llevar el saco de consejos a nuestras citas, le contamos a una de las cinco cómo veíamos desde fuera una enmarañada historia sentimental en la que estaba perdida desde tiempo atrás.
Sin hablarlo antes, sin ponernos de acuerdo a sus espaldas, de manera improvisada.
Nos agradeció que le abriéramos los ojos, y yo, una vez más, me sorprendí de que ella, la más decidida y arriesgada, aventurera de la vida pero coherente, fuera capaz de pensar en embarcarse por enésima vez en una historia cuyo final conocía de antemano.

Supongo que hay ocasiones en las que el resplandor del luminoso que ‘invita’ a parar o a seguir te deslumbra tanto que eres incapaz de leer lo que pone….

Too fast, too drunk, too talkative:
Elementos suficientes para un ces't fini inmediato que no fue tal.
Pero cuando la historia se reposa, se ve con otros ojos.
Y a mí, las luces de neón me hacen hoy tanto daño, que ni entornando los párpados soy capaz de leer el contenido.
Ni con gafas de pasta, ni con gafas de sol.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Tengo la impresión de que en el fondo deseáis abandonar vuestro role de Carrie en Sexo en Nueva York (me encanta eso de que pongas el título en inglés, tiene algo de chic). Disfrutáis con ella porque es una parodia de la realidad y porque hay ropa "chuli" o "guay" (lo de cool os lo dejo a las entendidas). Pero en el fondo sabéis que no es bueno pareceros a ninguna de ellas.

Marulia Green dijo...

"¿Sabéis que no es bueno?" Hablo de que no entiendo de normas (y de que soy incapaz de leer las luces de neón) y tú me dices eso...? ;)