miércoles, 27 de febrero de 2008

Kafka en la orilla o la adicción a Murakami


Haruki Murakami crea adicción. De su mano paseas por el borde que separa realidad e irrealidad. Con sus palabras que forman historias, te sumerges en tu interior y recorres recovecos, algunos algo oxidados por falta de visita.
Sus personajes, en ocasiones, hablan por ti, y te arrastran a su trayecto hacia el abismo, pero lo curioso es que los acompañas encantado y sin angustia.

Murakami crea adicción, y propone nuevas lecturas o relecturas y discos que rescatar. No en vano, a además de lector empedernido el escritor japonés fue propietario de un club de jazz, y su pasión por la música, de casi todos los géneros, se nota en sus escritos. (Ahora busco la composición El trío del archiduque , de Beethoven).

A la salida del trabajo vuelvo a casa con la (falsa) intención de ir al gimnasio, y mientras mi espíritu desdoblado se desliza en la elíptica (suerte para él que podrá lucir palmito), mi otro yo, del que se refleja la sombra completa en la calle, deja su forma en el sofá, tratando de avanzar hacia el final de Kafka en la orilla. Pero el río de páginas, ideas, y metáforas discurre más despacio que el coche de Oshima…
Puede que en el fondo sea lo que deseo, que no acabe nunca, porque sé que cuando lea la última línea y regrese a la dedicatoria de la primera página y relea la contraportada y la breve del descripción sobre el autor en la solapa, echaré de menos a Tamura y a Nakato y la apacibilidad de la biblioteca.
Porque cuando la piedra de entrada se cierre para siempre, no habrá vuelta atrás.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Suena bien y, además, creo que es un libro que ya me aconsejaste hace tiempo. ¿Me lo bajas este finde a Córdoba, porfaplis?
Un besote y buen día de trabajo.